Soy los gusanos que me comerán
luciérnagas que ascienden sobre
la metamorfosis de mi cuerpo de luz,
murciélagos de alas plateadas
que miran la noche sin ojos,
el matorral azotado por el viento.
Doy mi carne, mi corazón --mi alma.
Soy este pedazo de carne de Dios,
                                --los ojos de Dios,
memoria del tiempo,
polvo que llena el universo.
Soy cada estrella con sus velas
por travesías ignotas.
La lluvia de estrellas desprendida
hasta mi lecho de arena.


Soy el camino pedregoso que lleva
a las puertas de la eternidad
                        -y el mago que las toca.


Soy ojos, astas, corazón de venado.
El fuego que el tiempo me ha dado
en el brillo verdadero.

Corazón de Venado, Alberto Salamanca | Foto de Miguel Bruna | Unsplash